Sin siquiera darte cuenta, has crecido y desarrollado tu vida con un huésped inoportuno que tú misma has invitado a entrar en ti: la nada. Esa nada que cobra el sabor amargo, agrio y áspero de la soledad, el tono mustio del quebranto interno, la textura de la desolación, de la falta de conexión con lo que te rodea.
Porque aún con el mundo a tus pies, sientes la bruma de la nadapenetrándose en tu alma, sientes insatisfacción. Todo te resulta vano, superfluo, sin magia. Te sientes extraviada, perdida… sin entender quién eres en realidad.
Te persiguen las típicas preguntas existenciales:
¿Quién soy?, ¿hacia dónde voy?, y le echas la culpa a la edad y a los problemas cotidianos, pero no adviertes que toda esa crisis de identidad está vinculada a esos aspectos de tu vida que no funcionan, que estás estancada llorando por lo que no sucedió.
¿Quién soy?, ¿hacia dónde voy?, y le echas la culpa a la edad y a los problemas cotidianos, pero no adviertes que toda esa crisis de identidad está vinculada a esos aspectos de tu vida que no funcionan, que estás estancada llorando por lo que no sucedió.
Elaborar el duelo de “lo que no fue” te ayudará a eliminar ese montón de nada que te paraliza, y podrás construir nuevos sueños y senderos, entendiendo que sea lo que sea que elijas, lo haces creyendo que es lo mejor para ti, y que si al final te equivocas, eso es un aprendizaje que te movilizará a tomar nuevos
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